Cómo se mide actualmente la pobreza
Existen dos maneras de evaluar la pobreza en Argentina. La más reconocida, que el INDEC publica semestralmente, determina si los ingresos de las familias son adecuados para cubrir sus necesidades esenciales. Por otro lado, durante cada censo poblacional, que se realiza cada diez años, se presenta la pobreza multidimensional, la cual incluye información adicional a la económica, como el acceso a educación, salud y vivienda, entre otros aspectos.
Jorge Paz, científico del Conicet en el Instituto de Estudios Laborales y Desarrollo Económico (IELDE), manifestó a Chequeado que “la pobreza monetaria se mide en la Argentina como se hace en prácticamente todos los países de América Latina: valorizando una canasta básica de alimentos, dándole un valor monetario y comparando ese valor con el ingreso que perciben las familias”.
La pobreza monetaria se define a partir de comparar el costo de una canasta básica de bienes y servicios con los ingresos de los hogares.
De acuerdo con un informe técnico del INDEC, para establecer la composición de la canasta básica de alimentos se evalúan los requerimientos energéticos de la población y los productos que tradicionalmente se emplean para satisfacer esas necesidades.
Esta información proviene de la Encuesta de Gastos de los Hogares (ENGHo), utilizando los resultados publicados en 2005. Con estos datos, se elige una canasta de productos esenciales, cuyo valor monetario se actualiza cada mes según el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
El nivel de requerimientos energéticos se determina tomando como referencia el consumo de un hombre adulto de entre 30 y 60 años que realiza una actividad física moderada. Para evaluar el consumo en hogares con más de un miembro, se elabora una tabla de equivalencias que asigna un porcentaje del consumo base, dependiendo de si los integrantes son mujeres, niños o personas mayores.
Por otro lado, para calcular la canasta básica total, se emplea una estimación que evalúa el impacto de los gastos no alimentarios en el total de los gastos familiares. En la ENGHo de 2005, esta categoría representaba el 61,6% de los desembolsos.
Los cambios metodológicos aplicados a lo largo de los años impiden realizar una comparación lineal de los datos oficiales en el largo plazo.
Diferencias metodológicas para medir la pobreza
Durante las últimas cuatro décadas, el INDEC ha utilizado diversas metodologías para evaluar la pobreza según los ingresos, lo que complica su comparación.
Al inicio de la serie, las encuestas se realizaban mediante la EPH puntual, que se efectuaba dos veces al año, en mayo y octubre. Sin embargo, desde 2003 se implementó la EPH continua, lo que implicó modificaciones en los cuestionarios y pasó a llevarse a cabo de manera trimestral. Asimismo, se añadieron los 31 aglomerados urbanos que se utilizan en la actualidad.
En el período de administración de Cristina Fernández de Kirchner (Frente para la Victoria), además de la alteración de las estadísticas desde 2007, la entidad oficial dejó de difundir datos sobre la pobreza desde 2013.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) es la institución oficial encargada de medir la pobreza y la indigencia.
Leopoldo Tornarolli, economista e investigador en el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad de La Plata, comentó a este medio que “durante el período 2007-2015 se manipularon los precios del IPC, afectando el valor de las canastas alimentarias y con ello las líneas de pobreza e indigencia. La manipulación llevaba a que el valor de las mismas fuese artificialmente más bajo (y falso), lo que hacía subestimar las tasas de pobreza”.
Los nuevos datos oficiales se hicieron públicos por primera vez en 2016, ya bajo el gobierno de Mauricio Macri (Cambiemos). En ese momento, se implementó el modelo actual de encuestas y se ajustaron tanto el componente de la canasta básica como la tabla de equivalencias que determina el consumo de los hogares.
Según se detalla en este documento del Cedlas, en 2016 se incrementaron los requerimientos energéticos (se añadieron más calorías a las necesidades alimenticias), se alteró la composición de la canasta básica y la población de referencia, se incorporaron canastas regionales (para reflejar los diferentes consumos de cada provincia) y se actualizaron los criterios para el ajuste de precios.
La medición monetaria de la pobreza se realiza sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que elabora el INDEC y mide 2 variables.
Tanto Sol Minoldo, socióloga, investigadora del Conicet y coautora junto al investigador Diego Born del libro Claroscuros. Nueve años de datos bajo sospecha, como Tornarolli señalaron una alteración metodológica que impacta en los resultados: la forma en que se manejó la falta de respuestas sobre los ingresos de los hogares en la EPH ha cambiado con el tiempo.
Estos cambios sucesivos en la EPH generan variaciones en la medición de la pobreza en cada etapa y dificultan realizar comparaciones lineales a lo largo de extensos períodos.
En este contexto, Minoldo comentó a Chequeado que “no pueden compararse” aquellos períodos en los que se utilizaron metodologías diferentes. Sin embargo, sostuvo que esta cuestión “es muy fácil de resolver: se debe medir la pobreza de los años anteriores con la nueva metodología, o continuar midiendo los actuales valores con la metodología vieja”.
El nivel de requerimientos energéticos se calcula en base al consumo de un adulto varón de entre 30 y 60 años que desarrolla una actividad física moderada.
Estudios alternativos
Varios estudios han abordado la dificultad de comparar los datos del INDEC y han desarrollado series propias para evaluar la pobreza a largo plazo. En este análisis, el Cedlas recalculó los datos oficiales de pobreza desde 2003 utilizando el método actual empleado por el INDEC, con el objetivo de establecer una serie comparable para las últimas dos décadas.
Asimismo, un estudio realizado por Cedlas en colaboración con el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) evaluó los datos oficiales de pobreza desde 1992 aplicando la metodología vigente, pero únicamente para los diez aglomerados urbanos de los cuales se dispone de información para todo ese período.
Tornarolli indicó a Chequeado que para realizar el trabajo “partimos de los valores de las líneas de indigencia y pobreza en 2016 con la nueva metodología y definimos las líneas de pobreza de años anteriores de forma tal que tuvieran el mismo poder adquisitivo que las líneas de 2016”. Además, aclaró que, “para el período 2007-2015, donde los datos de IPC del INDEC se encuentran manipulados, usamos los índices de precios construidos por las direcciones de estadísticas provinciales”.
En los últimos 40 años se aplicaron metodologías distintas por el INDEC para medir la pobreza por ingresos.
A su vez, un estudio realizado por Paz para el IELDE de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Salta propone una serie comparable que analiza la evolución de la pobreza entre 2004 y 2019.
Además, hay otros métodos de medición alternativos que emplean una base distinta a la del INDEC. Un ejemplo es el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA), que lleva a cabo un trabajo que considera un enfoque multidimensional de la pobreza.
En estas investigaciones no se consideran únicamente los factores monetarios (es decir, cuánto dinero es necesario para obtener una cantidad específica de bienes), sino que también se evalúa el acceso a la salud, al empleo, a los servicios esenciales y a una vivienda adecuada. Sin embargo, los informes recientes del ODSA-UCA se elaboran sobre una muestra de menos de 6,000 hogares.
Diversos estudios abordaron el problema de la imposibilidad de comparar los datos del INDEC, y crearon series propias para medir la pobreza en el largo plazo.
Asimismo, UNICEF Argentina elabora sus propios informes sobre la pobreza. Sebastián Waisgrais, experto en Inclusión Social y Monitoreo de la organización, comentó a Chequeado que, para desarrollar estos estudios “se toman en cuenta los aspectos monetarios y no monetarios de la pobreza en la niñez. Para los primeros nos apegamos a la definición oficial de pobreza monetaria (INDEC) mientras que para las privaciones no monetarias se seleccionan un conjunto de derechos que figuran en la Convención de los Derechos del Niños y que pueden ser captados con la EPH”.
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