El aislamiento social que nos demandó y demanda la pandemia, de alguna forma, impulsó que el proceso de digitalización de las actividades humanas se acelere. Realizamos múltiples actividades con y en internet, el mismo se posiciona como un instrumento que nos habilita acceder a oportunidades de educación, salud, información, comunicación, conocimiento y también de empleo. Estas diversas actividades las podemos realizar sólo si tenemos acceso a internet y, al mismo tiempo, si tenemos aprendidas ciertas competencias digitales que nos posibiliten realizar varios usos según nuestras necesidades cotidianas.
Pero, entonces ¿Qué pasa con las personas que no acceden a internet ni pueden usarla productivamente? Sin dudas, quedan excluidas social y económicamente. La pandemia evidenció que la existencia de las brechas digitales profundizan las desigualdades sociales porque no todos tenemos las mismas posibilidades de acceso, de uso y de calidad de uso de internet. Algunos estamos incluidos digitalmente y otros somos parte de la exclusión digital, es por ello que tenemos que reconocer que acceder a internet y a la alfabetización digital es un derecho de la ciudadanía y en este escenario el Estado en su rol de garante de derechos tiene mucho que trabajar.
Me interesa reflexionar sobre la brecha digital de género que protagonizan principalmente el sector de mujeres, la cual ya forma parte de la agenda pública a nivel mundial. Desde el 2010, todos los cuarto jueves de Abril, la UIT organismo especializado de las Naciones Unidas para las tecnologías y la comunicación conmemora el “Día internacional de la Niña TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación)”. Este año su lema es “Niñas conectadas que crean futuros brillantes” y tiene el propósito reducir esta brecha digital y motivar a las niñas y adolescentes hacia el campo tic.
A nivel mundial, menos del 50% de las mujeres están conectadas a internet por varias razones, por un lado debido al índice de desempleo que protagonizan, por dedicar tiempo a un trabajo necesario pero no remunerado como los cuidados de personas (niños, niñas, adolescentes, enfermos, personas con discapacidad y adultos mayores), y también por las barreras culturales, entre otras.
Entre las barreras encontramos los estereotipos de género con los cuales criamos a los niños y niñas condicionando sus experiencias y decisiones respecto a cómo se relacionan con las tecnologías y lo técnico. Aun se cree que la vocación viene con cada uno de nosotros desde que nacemos y es asignada a partir de nuestro sexo biológico.
Creemos que las niñas nacen con vocaciones relacionadas con oficios y profesiones como la maternidad, los cuidados, lo doméstico y la estética, entre otros, esto lo vemos cada vez que le regalamos una muñeca o un equipo de maquillaje a las niñas y que difícilmente las apoyamos para que jueguen con juegos en internet.
Muy alejadas de lo técnico y tecnológico porque se las relaciona con profesiones masculinas y de las ciencias duras. Sólo existen profesiones y oficios que se aprenden y ejercen, los mismos no son masculinos ni femeninos. La identidad profesional se construye, “se aprende” a partir de una relación afectiva y cognitiva con los conocimientos, condiciones y oportunidades para desarrollarse.
Investigaciones concluyen en que tanto los niños como las niñas demuestran interés y curiosidad cognitiva hacia el desarrollo del pensamiento científico y tecnológico, pero en el caso de las niñas a medida que van creciendo no están teniendo las mismas oportunidades que los niños en sus entornos.
El futuro laboral está cambiando drásticamente con demandas de trabajos relacionados con la transformación digital que vivimos. María Noel Vaeza, Directora Regional de ONU Mujeres, expresó que reducir la brecha digital es el primer paso para poner a las mujeres y a las niñas en el centro de las nuevas economías digitales. Necesitamos apoyar a las niñas y adolescentes a relacionarse con las tecnologías, a orientarse en elegir estudios y experiencias relacionadas a este campo e impulsar su futura inserción laboral con oportunidades de liderazgos.
Gran parte de los contenidos que se producen en la era de internet es producido por varones, una demostración que el desarrollo del campo de las tecnologías digitales hoy está incompleto porque les falta nuestra visión de la realidad y aporte que sólo nosotras podemos realizar. ¡El mundo necesita tecnología y la tecnología necesita mujeres!
Romina Tarifa
Lic. en Psicopedagogía
Promotora de la Protección y Ciudadanía Digital
RP: 020106
Página de Facebook: @Lic.RominaTarifaok
Correo electrónico: [email protected]
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