La mayoría de las personas se fijan en el logro de los que tienen a su alrededor y puede ser que admires la fuerza de voluntad que tiene. En ese momento te comienza a picar el bichito del deseo y querer cumplir con una de tus metas y te vas a dormir pensando que cómo vas a comenzar y a qué hora te vas a despertar y todas las ganas que le vas a poner. Pero a la mañana siguiente te despertás y decís ‘mañana empiezo’ y así van a pasando los días y de nuevo ese bichito del deseo vuelve a morir hasta que un evento lo hace resucitar, y es como un circulo vicioso que nunca acaba.
La palabra voluntad significa 'querer'. Y, siempre, está acompañada por "fuerza". Así, la fuerza de voluntad es un impulso interno que nos ayuda a vencer obstáculos y lograr nuestras metas. No es algo con lo que nacemos, sino que debemos ir trabajando día a día para fortalecer y mejorar.
Lo fundamental es tener metas claras, paciencia y perseverancia para ejercitar y mejorar la fuerza de voluntad.
Los siguientes pasos son muy prácticos y fáciles de poner en práctica:
- Objetivos claros: Lo principal es fijar tu meta. Anotala para que tu deseo no esté solo en tu mente, sino también en un papel y, al leerlo, te ayude a no abandonar el camino antes de lograrlo. Por ejemplo: "quiero conseguir tal trabajo", "quiero bajar tantos kilos", "quiero irme de viaje a tal lugar". Es importante que entiendas que no todas tus metas requieren el mismo tiempo, apelá a la paciencia.
- Ser realista: Al fijar tus objetivos, no divagues. Proponete algo que realmente puedas lograr; si bien soñar está aceptado, es importante tener los pies sobre la tierra. Esto te ayudará a no decepcionarte y abandonar, porque muchas veces al tener expectativas demasiado grandes, nos frustramos y preferimos no intentarlo.
- Anotador en mano: Escribí tu objetivo en la primera hoja y, en las siguientes, tus avances y progresos. Programate para que cuando llegues a la última hoja del anotador hayas conseguido lo que te propusiste.
- Metas parciales: Aunque tengas un objetivo final, te va a ayudar si lo fragmentás en metas más chiquitas. Por ejemplo: si querés correr una maratón, comenzá corriendo solo tres o cuatro minutos, a la semana siguiente incrementá el tiempo y así hasta llegar a la meta. Para esto, te puede ayudar tener un calendario a mano: vas a poder ir tachando casilleros día a día, con un logro más en el bolsillo.
- Recompensate: Tanto sea cuando alcances los objetivos parciales como la meta final, es importante que, desde el principio, establezcas un premio. Hacé una promesa con vos mismo, te ayudará a no perder la motivación. Puede ser un regalo para vos, un programa, una salida, una comida, etc.
- No te rindas: Cuando flaquees, acordate qué fue lo que hizo que fijaras ese objetivo, y no lo abandones por nada. Pensá hasta dónde llegaste y todo el esfuerzo que hasta ahora hiciste. ¡Que no sea en vano!
- Ser positivo: Intentá siempre mantener una actitud optimista. Imaginate qué sucederá cuando cumplas tu meta, así la fuerza de voluntad no intentará escaparse por ningún lado. El pensamiento positivo es un gran aliado. Un tropezón no es caída. Si en medio de la caminata hasta tu objetivo te cruzás con un obstáculo, que no te detenga ni te desestabilice.
Si cometés un error, tampoco es para tanto, siempre se puede retomar, o empezar de nuevo.
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