Abierto de Australia. 

Aturdido y sin fuego, Juan Martín del Potro volvió a despedirse del primer grande con indiferencia

El checo Tomas Berdych, número 20 del ranking, no le mostró grietas y lo venció por 6-3, 6-3 y 6-2, en solo dos horas y 16 minutos. Una decepción. Una gran decepción.

Sin fuego en los golpes. Aturdido. Cabizbajo. Sin seguridad en el saque ni en el habitual martillo de drive que provoca asombro. Jugando una batalla gestual con su rival en el amanecer del partido que no le sirvió para nada. Juan Martín del Potro, que había hecho muchos méritos para llegar al Abierto de Australia como uno de los grandes favoritos al trofeo, se marchó muy pronto. La torre se derrumbó en la tercera rueda, cuando tenía un buen panorama para seguir avanzando.

Berdych, que llegó al cruce abajo en el historial frente al tandilense (3-5), lució un ritmo infernal desde el inicio del juego en el estadio Hisense Arena. Enfocado, tomó la iniciativa en la mayoría de los puntos. Regular, bien afirmado, sin vacilaciones, atento a los pocos mazazos de Del Potro y con tiros fortísimos y profundos, Berdych (32 años) le propuso una pesadilla al jugador entrenado por Sebastián Prieto. Y le terminó rompiendo el saque en demasiadas oportunidades: siete. Fue muy llamativa la escasa resistencia que puso el argentino, muy llamativa, como si tuviera limitaciones de algún tipo. Apenas algunos intentos de resurrección en los primeros dos sets, uno más sobre el epílogo del match, pero no más.

Entre Berdych y Del Potro existe una rivalidad que va más allá de la cancha. No se quieren; ya es una cuestión "de piel". Cada vez que se enfrentan se sacan chispas, se desafían con la mirada. Y durante los primeros dos sets tuvieron varios duelos de ese tipo. El europeo se molestó cuando Del Potro pidió la revisión de varios saques y, en lugar de quedarse en su sitio esperando el veredicto del Ojo de Halcón, se marchaba hacia el otro lado, con cierto desprecio.

En sus primeros dos partidos en Australia, Del Potro había mostrado un poder de fuego fenomenal; pero este sábado australiano fue una sombra. Apenas consiguió 26 winners (nada más que 9 de drive) contra los 52 de Berdych. El checo, con 20 aces, literalmente, lo borró de la cancha. Lo eclipsó. Ni el favoritismo del público logró hacer reaccionar al número 10 del tour.

El Abierto de Australia es y seguirá siendo el único Grand Slam que Del Potro no pudo alcanzar, como mínimo, a las semifinales. Su mejor tarea fue haber alcanzado los cuartos de final en dos oportunidades y en ambas perdió con Roger Federer (2009 y 2012). Definitivamente, el Melbourne Park no es para el argentino un lugar que le genere buenas sensaciones. En 2007, el año de su debut en el primer grande de la temporada, perdió en la segunda rueda con Fernando González por 7-6 (9-7), 4-6, 6-7 (3-7), 6-4, 4-0 y retiro (abandonó en el quinto set por calambres en el hombro y la pierna izquierda). En 2008 volvió a caer: abandonó en la segunda rueda cuando perdía 6-3 y 6-4 ante David Ferrer, al sufrir una fisura de vértebra lumbar.

En 2010, después del exitoso 2009 en el que ganó el US Open, viajó a Melbourne y perdió en la cuarta rueda con Marin Cilic (allí empezó la pesadilla por la lesión en la muñeca derecha, que terminaría en una cirugía). En 2011, después de un período largo de inactividad por la operación en su muñeca más hábil, regresó a Australia y perdió en la segunda ronda. En 2013 se despidió con una enorme frustración: en la 3ª rueda frente a Jeremy Chardy por 6-3, 6-3, 6-7 (3-7), 3-6 y 6-3; el tandilense era 7° tour y el francés, 36°. Y el último capítulo había sido en 2014, cuando perdió con Roberto Bautista Agut en cinco sets. El número 3 del ranking estaba al alcance de la mano, pero la muñeca izquierda ya le causaba dolores de cabeza y al poco tiempo se operaría por primera vez.

Es difícil comprender lo que sucedió. Del Potro mostró una versión totalmente opaca, insulsa. No tuvo reacción. Y Australia lo volvió a despedir con indiferencia.

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