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SUSCRIBITECada junio, el fuego cobra vida con la “Fogata de San Juan”, sin embargo el misterio envuelve esta costumbre que llega con el Día de San Juan Bautista
Con la expansión del cristianismo por Europa se empezó a asociar esta noche con San Juan Bautista, puesto que se celebraba cerca de la fecha de su nacimiento; por lo que pasó a llamarse, Noche de San Juan o Fogata de San Juan.
La historia de San Juan Bautista
ACI Prensa
Las llamas crepitan, la gente se reúne, el frío presente se encuentra con personas abrigadas alrededor de una fogata en la Noche de San Juan. Se trata de la noche del 23 al 24 de junio, la cual guarda una de las tradiciones más antiguas y simbólicas del calendario popular: la fogata de San Juan, una celebración que fusiona raíces religiosas, rituales paganos y un fuerte sentido de comunidad.
Conocida como la Noche de San Juan o fogata de San Juan, es una celebración cristiana por la cual se festeja el nacimiento de Juan Bautista. En la noche anterior al día de este santo se hacen festejos en distintos puntos del mundo con rituales y costumbres que varían según el lugar. En ese sentido, varias personas se preguntan cuándo es este año.
Una de las celebraciones más conocidas a nivel mundial es la que se hace en España, donde se saltan hogueras a la orilla del mar como un ritual de purificación y petición de deseos. En la Argentina, los festejos también incluyen el fuego, pero se hace de otra forma: se queman muñecos o judas sobre fogatas o fogaratas.
La fogata de San Juan se celebra en la víspera del 24 de junio, coincidiendo con la festividad cristiana del nacimiento de San Juan Bautista, uno de los santos más venerados. Pero esta celebración no nació solo en los templos: su fuego viene de mucho más atrás.
En el hemisferio norte, el 24 de junio marca el solsticio de verano, el día más largo del año, y antiguamente los pueblos europeos encendían hogueras para "dar fuerza al sol", agradecer las cosechas y espantar los males.
Con el tiempo, la tradición se cristianizó y el fuego pasó a simbolizar la luz espiritual de San Juan, quien anunciaba la llegada de Jesús con palabras como “Él debe crecer y yo disminuir”, justo cuando la luz solar comienza a menguar.
Por lo general, la Noche de San Juan se suele celebrar en el hemisferio norte para recibir al solsticio de verano. Sin embargo, no se celebra el mismo día que ocurre este fenómeno que da por iniciado esta estación del año. Se realiza el mismo día en que se conmemora el nacimiento de San Juan Bautista, el día 24 de junio. Este año, la celebración cae un martes.
De todos modos, en la mayor parte del mundo se lleva adelante en la víspera de la festividad cristiana, es decir, el 23 de junio. El almanaque de 2025 marca que es la noche del lunes.
En el caso del hemisferio sur, muchos países adoptaron la festividad como propia con sus propias costumbres. Se realiza para conmemorar el solsticio de invierno, que da paso a la estación del año más fría y se vive la noche más larga.
San Juan Bautista fue el profeta que, según la Biblia, bautizó a Jesús en el río Jordán. Su figura representa la purificación, la esperanza y el renacimiento. Según la tradición cristiana, su nacimiento fue anunciado por un ángel a su padre, Zacarías, y fue motivo de gran alegría.
El fuego en su honor no solo simboliza la luz que guía, sino también el rito de transformación: quemar lo viejo para dar paso a lo nuevo. Por eso, es común que la gente tire a la fogata papeles con deseos, miedos o cosas que quiere dejar atrás, en un acto simbólico de limpieza interior.
Aunque la raíz más antigua es celta y europea, la fogata de San Juan fue traída a América por los colonizadores españoles. En el norte argentino —especialmente en Jujuy, Salta y Tucumán— se transformó en una fiesta popular con fuerte impronta comunitaria. Allí, los vecinos juntan leña, papeles viejos, y hasta arman muñecos que representan “lo malo del año” para purificarlo todo con el fuego.
En algunos lugares se realizan procesiones, juegos, danzas y comidas típicas. Y, por supuesto, no puede faltar el momento en que los más valientes intentan saltar la fogata, una prueba de fe, coraje o... simple tradición.
En todas las culturas, el fuego ha sido símbolo de vida, purificación y protección. En la noche de San Juan, no es solo una llama: es un espejo del alma colectiva, una manera de reconectar con las creencias, la naturaleza y los vínculos humanos.
La fogata de San Juan no es solo una tradición: es un puente entre lo ancestral y lo moderno, entre el ritual y el festejo, entre lo personal y lo colectivo. Y como cada año, cuando el fuego se eleve al cielo, muchos volverán a creer —aunque sea por una noche— en el poder de dejar atrás lo viejo para renacer con la luz.
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