Para los que al ver la belleza del Hornocal nos hace ruido que semejante amalgama sea producto de caprichosas explosiones, más allá que el Creador se haya valido de ellas, el día 13 de marzo tiene un sentir muy especial. Hace 10 años, un Sacerdote (ya Cardenal) Jesuita y argentino llegaba al máximo puesto de servicio en la Iglesia Católica.
Diez años de un papado histórico
Hoy la Iglesia Católica celebra en todo el mundo el aniversario por los diez años del Papado de Francisco, el Papa argentino.
Es bueno reflexionar sobre su peregrinar a la cabeza de la Iglesia. La Oración ha sido fundamental en una persona que se destaca por sus gestos y accionar como lo es Francisco. No podemos perder de vista al hombre de oración, aquel que pidió una oración en silencio y aquel que pidió la Bendición del pueblo fiel congregado en la plaza de San Pedro el día de su elección, el que no se cansa de pedir: “recen por mí”, el que se encomienda a la santísima Virgen María antes de cada viaje apostólico, quien ya de sacerdote porteño realizaba encuentros ecuménicos de oración. Francisco, el que rezó solo en la plaza de San Pedro vacía en medio de la pandemia, un hombre que arranca al alba dialogando con el Padre.
El santo Padre que le recuerda a TODOS sus hijos que la Iglesia, hospital de campaña, es la casa de todos, especialmente de todos los pecadores (como él también se define, que terrible y que hermoso, un Papa que se define como un pecador). La Iglesia es la casa para todos, y en primer lugar para aquellos que fueron quedando afuera, a los márgenes o enfrentados, es la casa de los presos, de los migrantes, de los pueblos originarios, de los discapacitados, de los solos, de los adictos, de los oprimidos y esclavizados, de los humillados y maltratados, es la casa de los exiliados, los enfermos, los pobres y los moribundos, es la casa de los que pelean por llegar a fin de mes. En el poliedro hay, gracias a Dios, lugar para todos, como en el arca de Noé!
10 años del pontificado del Papa Francisco
Francisco es el Jefe de Estado que nos llama a la Revolución de la Ternura, entendida como uno de los estadios más elevados, y no por eso inaccesible, de la caridad humana. Francisco, el que nos llama a la Hermandad humana y política en Fratelli Tutti, el que nos llama desde el ejemplo, conduciendo la Iglesia con un consejo de Cardenales, el que participa como uno más entre pares en los ejercicios espirituales, el que vive en santa Marta, el que saluda a los guardias suizos y el que tantos protocolos rompe, con tal de desterrar la idea de que en la Iglesia pueden existir caciques, faraones o emperadores, con perdón de los mencionados.
El Sumo Pontífice que ha hecho de la Misericordia, no sólo su lema vida, sino que no se cansa de predicarla con su testimonio y poniéndola por encima de cualquier disciplina, canon o reglamentación, devolviendo a la Persona al centro de la escena. Un gran defensor y constructor de la paz en el mundo, el que besó los pies de dignatarios africanos, el que lloró por no poder hacer más para detener el conflicto en Ucrania, el que envía fondos (ahora mucho más transparentes gracias a sus denodados esfuerzos por limpiar las financias europeas de la Iglesia) a países en crisis y quien no se cansa de denunciar que la fabricación y comercialización de armas son el principal motor de las guerras.
Francisco es el Maestro de la espera y de la esperanza, alguien que sin prisa pero sin pausa aborda todos los temas que la realidad le impone, recordándonos siempre que: “el tiempo es superior al espacio”; “que si quieres llegar rápido ve solo, pero si quieres llegar lejos ve acompañado” y “que mejor que ocupar espacios es desatar procesos”. Todas las enseñanzas de alguien que ha logrado sabiamente hacer carne eso de “con los pies en la tierra y con los ojos en el cielo”. Los pies en la tierra porque no deja realidad humana por abordar, asumir, conocerla e iluminar y con los ojos en el cielo porque siempre lo hace con una sonrisa, con cariño y con esa paz de saber que los frutos y los tiempos no dependen de uno. ¡Es un gran peregrino de esperanza!
Para finalizar estas breves líneas, Francisco, el Papa que después de cientos de años sopesó, revalorizó y puso en su lugar a la Mujer en la sociedad y dentro de la Iglesia (dirección en la que se dirigen muchísimas de sus políticas y transformaciones), el que las escucha, las admira, se deja aconsejar y les otorgó lugares de decisión y poder, pero por sobre todo el que reafirma constantemente su dignidad y belleza para con el mundo.
Celebremos estos 10 años de pontificado conociendo su magisterio y su pensamiento, sin prejuicios ni interlocutores. ¡Demos gracias y recemos por este Profeta del cambio de época!
Ab. Juan Francisco Monestes
Vicepresidente del Consejo de Educación Católica de Jujuy