Según ha explicado en la última rueda de prensa el investigador principal del caso, Arne Schmidt, los asesinatos cometidos por Högel son “únicos y espeluznantes” en la historia del país. De hecho, se trata del mayor asesino en serie de Alemania.
La escalofriante historia se supo hace tres años. En el 2015, Högel fue condenado a cadena perpetua por dos cargos de asesinato y dos por intento de homicidio. Sin embargo, en el transcurso del juicio, el hombre confesó haber matado a muchos más, momento en el que se abrió una nueva investigación.
El ex enfermero aseguró haber inyectado a 90 de sus pacientes del Hospital Delmenhorst un cóctel letal de drogas para inducirlos a una insuficiencia cardíaca o colapso circulatorio, de forma que podría intentar revivirlos. ¿Para qué demonios quería hacer esto? Högel creía que devolver a los pacientes moribundos al borde de la muerte lo ayudaría a “brillar como un héroe y obtener el respeto de sus colegas y superiores”.
No sólo eso, el motivo aparente que lo llevó a ello fue una aparente apatía, “lo hice por aburrimiento” ha declarado a la policía, agregando que se sentía eufórico después de devolver a alguien a la vida, aunque a menudo fracasaba y “se sentía deprimido por las muertes”.
En declaraciones a un psicólogo reveló más de 30 asesinatos, además de los dos por los que había sido condenado. Eso llevó a las autoridades a iniciar una investigación y exhumar decenas de cadáveres enterrados entre 1999 y 2005, y testearlos en busca de ese cóctel de fármacos que contaba el asesino.
La carrera de Högel como enfermero fue caótico en todos los aspectos, pero sobre todo, siembra la duda de hasta qué punto se pudo hacer más, o cómo fue posible que nadie se diera cuenta de algo. Las prácticas letales de Högel no fueron denunciadas por otros compañeros. Aunque notaron que el número de muertes en la unidad de cuidados intensivos en Delmenhorst se duplicó durante su tiempo allí, nadie hizo nada. Las prácticas letales de Högel no fueron denunciadas por otros compañeros. Aunque notaron que el número de muertes en la unidad de cuidados intensivos en Delmenhorst se duplicó durante su tiempo allí, nadie hizo nada.
Al parecer, en el año 2005 un colega vio a Högel inyectando a un paciente con ajmalina, pero el centro no hizo nada al respecto en aquellos días. Finalmente, Högel acabó con el paciente. En las últimas semanas seis empleados del hospital de Delmenhorst han sido acusados de homicidio negligente por no haber actuado.
De hecho, la investigación paralela sobre negligencia en Oldenburg está en curso. Según ha comunicado el jefe de policía, Johan Kühme, "Los asesinatos podrían haberse evitado. A Högel se le permitió trasladarse al hospital Delmenhorst y seguir matando gente. La gente de la clínica en Oldenburg conocía las anomalías". "Los asesinatos podrían haberse evitado. A Högel se le permitió trasladarse al hospital Delmenhorst y seguir matando gente. La gente de la clínica en Oldenburg conocía las anomalías".
Los fiscales de Oldenburg anunciaron que habían acusado a Högel de 97 asesinatos adicionales, aunque las pruebas de toxicología no encontraron pruebas concluyentes en otros tres casos. De los recientemente descubiertos, 62 pacientes murieron en el hospital Delmenhorst cerca de la ciudad norteña de Bremen, y 35 en una clínica en Oldenburg. Un horror sin igual en la historia reciente de Alemania.
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