Resignado, Evo Morales reconoció ayer su primera derrota electoral desde 2006, un revés que le impedirá postularse a una nueva reelección en 2019. Después de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmó el triunfo del no en el referéndum de reelección por un estrecho margen (51,3% frente a 48,7%), el presidente boliviano atribuyó esa derrota a una "guerra sucia" en su contra y advirtió que su proyecto político no está agotado: "Hemos perdido una batalla, pero no la guerra".
"Respetamos los resultados del referéndum. El pueblo no quiere una modificación a la Constitución, pero no es un voto contra el proceso de cambio. No somos un gobierno más, somos una revolución y en esa revolución hemos perdido una batalla, pero no la guerra. La lucha sigue con más fuerza", dijo Evo en el palacio presidencial.
El lento escrutinio mantuvo en vilo al país desde el domingo hasta la madrugada de ayer, cuando se anunció el resultado tras las protestas de la oposición, que asociaba la demora con un posible fraude.
El triunfo final del no por apenas 135.000 votos de diferencia pone freno a las aspiraciones reeleccionistas de Evo, al rechazar una reforma constitucional que implicaba ampliar de dos a tres los mandatos presidenciales consecutivos.
Los principales líderes de la oposición coincidieron en atribuir la derrota al cansancio del electorado, la incipiente crisis económica y los escándalos de corrupción.
La lectura de Evo, sin embargo, es diferente. El presidente insistió en que fue víctima de una "guerra sucia de la derecha", alineada con una "conspiración externa". Una campaña en la que, según el líder aimara, ha sido fundamental el rol de las redes sociales, que a su juicio amplificaron las denuncias en su contra.
Se refería al escándalo que estalló en el tramo final de la campaña y que le atribuía un supuesto delito de tráfico de influencias por haber favorecido con contratos millonarios a la empresa china CAMC, en la que trabaja como gerente una ex pareja suya, Gabriela Zapata.
El presidente dijo no sentirse derrotado y afirmó que el referéndum mostró que el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) cuenta con un "voto duro" de casi el 50%, más elevado de lo que suponía el gobierno.
Ésta es la primera derrota electoral de Evo Morales en los 10 años que lleva en el poder, con una exitosa gestión económica por los altos precios de las materias primas y la aplicación de reformas que cuadruplicaron los ingresos por exportaciones.
"Bolivia salió de la consulta polarizada y las palabras de Morales no ayudan a bajar las tensiones. Asumió su derrota con una resignación desafiante", dijo el politólogo Carlos Cordero.
Evo Morales tiene varios frentes por delante: al deterioro de una economía altamente dependiente de la exportación de materias primas se le suman crecientes presiones sociales y luchas internas en su partido por la sucesión. "No es momento de hablar de sucesor, hay tiempo para eso", zanjó Evo cuando fue preguntado sobre la etapa sucesoria que se abre en el MAS, ahora que ya está claro que no podrá postularse a la presidencia en las elecciones de 2019.
La fragmentada oposición salió mejor parada después de cuatro derrotas pero también tiene desafíos por delante, como renovarse y forjar una coalición unificada que pueda derrotar al MAS dentro de cuatro años.
"No es el momento de pensar en líderes opositores. No es la oposición la que se jugó algo en este referéndum, y la prioridad debe ser afrontar la crisis económica que se viene", comento el ex presidente Jorge Quiroga (2001-2002), líder de los demócrata cristianos.
"El principal mensaje es de la unidad, es decir que el camino de la unidad es el que necesita Bolivia", dijo, por su parte, el líder opositor centrista, Samuel Doria Medina, derrotado dos veces por Evo Morales en elecciones presidenciales.
La derrota de Evo tuvo lugar después de que varios de sus aliados regionales sufrieron derrotas electorales, como el kirchnerismo en la Argentina y el chavismo en Venezuela, o empezaron a enfrentar un clima más hostil, como es el caso de Rafael Correa en Ecuador o Dilma Rousseff en Brasil.
No obstante, a diferencia del mal momento de sus aliados del "socialismo del siglo XXI", la situación de Evo es distinta: mantiene un respaldo popular de al menos la mitad de la población, tiene mayoría en la Asamblea Legislativa para garantizar sus reformas, y está respaldado por un manejo económico responsable que ha impulsado al país a crecer en torno al 5% anual, más que sus vecinos.
Fuente: La Nación
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