Budi, un pequeño orangutan, pasó los primeros 10 meses de su vida en un terrible cautiverio. Lo mantuvieron encerrado en una jaula de pollo, en absoluta soledad y alimentándose exclusivamente de leche condensada. La mujer que lo tenía de mascota, en una remota aldea de Indonesia, decidió entregarlo a la organización Internacional de Rescate Animal (IAR). Aunque no está claro cómo llegó a apoderarse de él, su sufrimiento era evidente.
“Budi había pasado más de 10 meses sin posibilidades de moverse libremente, dentro de una jaula de pollo“, dice el veterinario de IAR, Ayu Handayani en un comunicado. “La dueña dijo que tenía miedo de darle a Budi cualquier fruta y pensó que con leche condensada sería suficiente”.
A una edad en la que rápidamente debería haber ganando fuerza y agilidad en los bosques con su familia, el diminuto cuerpo de Budi es frágil por la negligencia y está hinchado por la desnutrición, tanto es así, que el personal médico de IAR no estaba seguro que si lograría sobrevivir.
A pesar de estar en manos de expertos, aún pareciera que el más mínimo toque llena a Budi de agonía. “Ni siquiera podemos imaginar cuánto dolor ha sufrido este pequeño bebé”, dice Karmele L. Sánchez, directora del Programa de IAR en Indonesia. “Sus ojos se llenan de lágrimas cada vez que los médicos lo mueven y grita de dolor. Es realmente increíble que Budi haya podido sobrevivir tanto tiempo”.
La organización IAR informó que Budi está pasando por una lenta y constante recuperación, gracias a su propia voluntad de supervivencia y a toda la atención y cariño que está recibiendo. “Budi es un bebé muy fuerte y está luchando muy duro para sobrevivir”, dice Sánchez.
Como explica el Fondo Mundial para la Naturaleza, las orangutanes hembras suelen ser perseguidas y asesinadas para que sus jóvenes hijos puedan ser vendidos en el comercio de mascotas exóticas. Sin la nutrición de sus madres, se estima que de cuatro a cinco orangutanes bebé mueren por cada uno que sobrevive el tiempo suficiente para llegar al mercado.
Pero la amenaza para la especie de Budi no termina ahí. Los orangutanes han perdido más del 80 por ciento de su hábitat forestal en las últimas dos décadas, en gran parte para dejar espacio a las masivas plantaciones de aceite de palma.
La organización Orangutan Conservancy afirma que las amenazas a las que se enfrentan estos animales han llegado a niveles de crisis, aumentando los temores de que en 30 años podrían extinguirse. Afortunadamente, conservacionistas están trabajando incansablemente para ayudar y sin duda se han inspirado en el hecho de que jóvenes como Budi están luchando muy duro para sobrevivir.
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