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SUSCRIBITE Pablo y Sergio Shoklender cuando los detuvieron por el crimen de sus padres.
El 30 de mayo de 1981 Cristina Silva y Mauricio Shoklender fueron asesinados en el departamento donde vivían con su familia, en el barrio porteño de Belgrano. Los habían golpeado con una barra de acero y ahorcado. Según la Justicia, sus asesinos fueron sus hijos.
Pasaron 40 años del mediático parricidio que aún hoy moviliza a la sociedad argentina. Los hermanos Pablo y Sergio Shoklender nunca hablaron de lo que pasó esa noche en ninguna entrevista. Ambos fueron condenados a perpetua.
De acuerdo con la investigación, esa noche Sergio festejó su cumpleaños de 23 con sus padres y su hermana en un restaurante. Pablo no había ido porque estaba peleado con sus padres. Lo que se cree, recuerda el portal Infobae, es que mientras su familia no estaba Pablo entró al departamento y esperó escondido en un placard. Después de que todos llegaran y sus padres se acostaran, se encontró con Sergio en el living. Luego apareció Cristina. Con un fierro de 30 centímetros, los hermanos la golpearon en la cabeza y después la ahorcaron. Hicieron lo mismo con Mauricio, que dormía en su cuarto.
A la mañana siguiente, unos niños que jugaban frente al Parque Las Heras descubrieron que caía un hilo de sangre del baúl de un auto. Era el Dodge Polara de Mauricio Shoklender. Los chicos se asustaron, sus padres llamaron a la policía y llegaron cinco patrulleros, tres grúas y dos camiones de bomberos. Los cuerpos de Mauricio Schoklender y Cristina Silva estaban en el baúl, envueltos en sábanas y con las cabezas cubiertas con toallas y bolsas.
Después del doble crimen, los hermanos Shoklender huyeron a Mar del Plata. Si bien en el primer momento no eran sospechosos, horas después sus caras aparecían en todos los medios del país. Pablo tenía 20 años y Sergio, 23. El crimen conmovió y espantó a la sociedad argentina.
En Mar del Plata los hermanos Schoklender idearon diferentes planes para intentar huir. Finalmente, cuando ya todo el país conocía sus caras y sus nombres, se separaron.
Sergio compró un caballo, ropa de gaucho y botas de montar y se fue así, como un cowoboy de película, hasta Cobo, una localidad a unos 30 kilómetros de Mar del Plata. Allí llegó a el Viejo Almacén, un local donde tomó de más y se fue de boca. El dueño y su empleado, lo ataron, golpearon, amordazaron y encerraron en un galpón. Lo interrogaban. Le preguntaban por qué había matado a sus padres. Hasta que en un descuido Schoklender se escapó sin caballo. Durmió cerca de un puente, hizo dedo en la ruta y lo levantó un patrullero.
Dos días más tarde, a Pablo lo detuvieron en Tucumán. También había comprado un caballo y planeaba huir a Bolivia.
Eran una familia de clase media acomodada. Mauricio Schoklender era gerente de la empresa Pittsburg, que es señalada como intermediaria de otra firma alemanda en la venta de un submarino nuclear y diez aviones al dictador chileno Augusto Pinochet. Se cree - cuenta el portal Infobae - que Scholkender habría conectado a la compañía con el militar argentino Emilio Massera, que encargó cinco fragatas misilísticas.
A Cristina Silva le gustaba leer y había estudiado danza y teatro. Según escribió su hijo Sergio en el libro 'Esta es mi verdad' su madre tomaba anfetaminas, se emborrachaba, tenía amantes y acosaba a su hermano Pablo. Su padre, cree él, salía con su secretario.
"Una de las sospechas es que Cristina Silva de Schoklender mantenía relaciones incestuosas con Pablo y su alcoholismo afectaba a toda la familia. Que los hermanos habrían decidido poner fin a esa situación asesinando a sus padres. Que planearon esos crímenes hace dos años", publicó la revista Gente el 11 de julio de 1981.
Sergio en su libro habla de un golpe comando ejecutado por sicarios brasileños y vincula a su padre con el tráfico de armas entre la empresa en la que trabajaba y la dictadura argentina. Según él, dos semanas antes de homicidio hubo un incendio en el cuarto donde dormían sus padres que culparon a Pablo y lo echaron de la casa. También asegura que en ese tiempo lo secuestraron unos desconocidos que lo encapucharon, lo subieron a un auto y lo torturaron pidiéndole información sobre su padre.
40 años después y más allá de la decisión de la Justicia que apuntó contra los hermanos, hay cosas que siguen envolviendo al caso Schoklender en misterio.
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