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Talla baja: el 7,3% de los niños tienen este trastorno

Existen señales simples que los padres pueden identificar el trastorno de talla baja. Es vital los controles a tiempo para que conseguir mejores resultados.
Por  Redacción de TodoJujuy.com

El 20 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Concientización sobre el Crecimiento Infantil, con el fin de educar e informar a la población respecto al tema y resaltar la importancia de llevar adelante controles de rutina con el pediatra desde que los niños nacen. En estas visitas se hace el chequeo general, lo que incluye una medición regular y especifica de la estatura, el camino más apropiado para diagnosticar tempranamente los trastornos de crecimiento.

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La altura de un niño no debe ser tenida en cuenta como un dato aislado. Guarda relación con sus tallas anteriores, que permiten ver la progresión en el tiempo, y con la altura familiar”, indicó Inés Castellano, presidenta de la Asociación Civil Creciendo, una organización encargada de acompañar a niños con trastornos del crecimiento y a sus familias ofreciéndoles contención y asesoramiento y que a su vez estimula la concientización y la detección temprana.

“Las visitas al pediatra son muy importantes para los menores de tres años, porque la supervisión regular del crecimiento permite detectar tempranamente cualquier problema y actuar en consecuencia”, añadió.

La estatura consta a lo largo de la infancia y adolescencia como un indicador vital a la hora de ayudar a localizar a tiempo un posible problema de crecimiento. Ya sea un crecimiento demasiado rápido o lento, puede producirse a raíz de una condición médica de la que deben establecerse los motivos y efectuar el tratamiento correspondiente. A su vez, los trastornos del crecimiento pueden venir con otros problemas vinculados, como dificultad de adaptación psicosocial, con un rendimiento escolar bajo y, luego, complicaciones en la inserción social y laboral.

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Hay algunos signos de alerta que podrían señalar la presencia de problemas de crecimiento. Castellano apuntó varias maneras de darse cuenta si un niño no está creciendo de forma adecuada:

1- Gasta la ropa antes de que le quede pequeña

2- Es mucho más bajo que los niños o niñas de su edad

3- Lo confunden con un niño o niña de menor edad

4- Es más bajo o baja que sus hermanos o hermanas más chicos

No todos los chicos de la misma edad tienen la misma altura, pero hay distinciones que escapan a los parámetros normales, siguiendo a las tablas de referencia de crecimiento. Los endocrinólogos pediatras son quienes podrán establecer esta variación con exactitud. El diagnóstico no se efectúa con una sola consulta, sino que se efectúa con el paso de los meses. Por lo menos constará de seis meses de evaluación el desarrollo del niño. Además, se señalarán estudios puntuales de laboratorio y una radiografía de mano.

“La baja talla en sí no es una enfermedad, es un síntoma, es una manifestación externa, visible, que está indicando algo interno. Definir la causa, entonces, es una de las tareas iniciales. Corrigiendo o atendiendo la causa, en determinados casos se puede mejorar el síntoma”, comentó la presidenta de Creciendo.

El período conocido como primera infancia, que va desde el nacimiento hasta los tres años, es caracterizado por un crecimiento rápido. Es una etapa de peligro, sensible a las carencias nutricionales, a infecciones y a otras enfermedades, como diarreas, enfermedades respiratorias y parasitosis, entre otras. Por otro lado, en la segunda infancia, que comienza a los tres años y dura hasta el comienzo de la edad puberal, la velocidad de crecimiento es constante, pero se generan modificaciones muy importantes en la motricidad fina y en la adquisición de conocimientos.

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Determinados trastornos del crecimiento, localizados tempranamente, pueden ser tratados por medio de la terapia de reemplazo de la hormona de crecimiento recombinante humana, que les brindará la posibilidad a los niños alcanzar una talla próxima a la que hubiesen tenido de no haber manifestado la razón que desencadenó el trastorno.

La medicación puede señalarse a partir de los 4 años, hasta al final de la adolescencia, cuando se llega a determinada maduración esquelética. Se trata de la administración diaria durante varios años de un medicamento inyectable, cubierto al 100% por el Plan Médico Obligatorio (PMO). Generalmente, con el tratamiento hormonal la ganancia de talla adulta en mujeres es de unos 8 centímetros y en varones, entre 9 y 10 centímetros, según puntualizó Castellano.

La dosis administrada puede variar de paciente en paciente, de acuerdo a cada patología y caso particular, y ésta puede se puede adecuar en las consultas con el experto. Por otra parte, el cumplimiento completo de la administración de la medicación, lo que es conocido como adherencia terapéutica, es fundamental durante todo el tiempo que se indique el tratamiento. Los principales problemas que perjudican el cumplimiento son la mala comprensión de la forma de administración, el rechazo del paciente a la aplicación diaria y la discontinuidad en la entrega de la medicación, generalmente por problemas de acceso o de cobertura.

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Ya que la ventana de tiempo para la administración del tratamiento es acotada, es fundamental que se inicie tempranamente, lo cual mejora el objetivo-pronóstico de la talla final. “Por eso, es tan importante la detección precoz. Cuanto antes se llegue a un diagnóstico correcto y certero, más posibilidades habrá de obtener mejores resultados”, destacó la experta.

Las causas

El crecimiento de los niños puede verse dañado por numerosas causas subyacentes. Siguiendo lo detallado por Castellano, las más frecuentes son:

- Retraso o restricción del crecimiento intrauterino: patología del embarazo en la cual el bebé deja de crecer en correctamente y nace con bajo peso y/o baja talla.

- Desnutrición: puede ser primaria (por falta de nutrientes) o secundaria (asociada a otras patologías, como la enfermedad celíaca).

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- Infecciones recurrentes: puede ser, por ejemplo, el VIH.

- Enfermedades crónicas: hay algunas que, en ocasiones, pueden condicionar el crecimiento, como las patologías renales, respiratorias, metabólicas, reumatológicas, anemias, cardiopatías.

- Trastornos endocrinológicos: puede darse una deficiencia de hormona de crecimiento por mal funcionamiento de la hipófisis o hipotiroidismo que no afecta el desarrollo mental cuando es adquirido, en lugar de congénito.

- Trastornos genéticos: síndrome de Turner, síndrome de Noonan, síndrome de Prader Willi, síndrome de Silver Russell, donde la talla es solo uno de los problemas.

- Displasias esqueléticas y otros síndromes congénitos de presentación poco frecuente.

- Trastornos adquiridos por tumores del sistema nervioso central (SNC), infecciones del SNC o traumatismos que afectan el SNC.

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Diagnóstico previo al nacimiento

Uno de los trastornos de crecimiento con que mayor preponderancia tiene es el del retardo de crecimiento intrauterino, que consiste en que el bebé deja de crecer durante la gestación. En la actualidad, hay métodos de diagnóstico (ecodoppler y ecografías) para detectar esta afección previo al nacimiento, aunque en muchas ocasiones no se accede por falta de recursos o seguimiento médico durante el embarazo.

Esta condición puede tener lugar ya sea por una enfermedad genética del bebé o por causas ambientales, sociales, por hipertensión materna, infecciones congénitas o insuficiencia placentaria.

Es una condición que en Argentina afecta al 7,3% de los niños, lo que representa una proporción de 1 cada 14 recién nacidos. El 10% no recupera espontáneamente la talla y debe recibir controles por parte de un endocrinólogo pediatra para analizar las razones del retraso de crecimiento y decidir el tratamiento necesario. Al 90% restante, se le debe hacer seguimiento, porque pueden presentar dificultades a corto y largo plazo, como alteraciones metabólicas e hipertensión arterial.

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Controles médicos de rutina

Los controles de salud periódicos con el pediatra (peso, talla, visión, audición y aplicación de vacunas) son de vital importancia en la infancia. Los consejos son las siguientes:

- Recién nacidos: entre los 7 y 10 días de vida (primer control)

- De 1 a 6 meses: todos los meses

- De 6 a 12 meses: cada 2 meses

- De 1 a 2 años: cada 3 meses

- De 2 a 3 años: cada 6 meses

- A partir de los 3 años: 1 vez por año

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