Belén volvió a encender su árbol de Navidad después de dos años de oscuridad por la guerra
Tras dos años sin celebraciones por la guerra en Gaza, Belén encendió su árbol de Navidad en la Plaza del Pesebre y envió un mensaje de esperanza al mundo.
Vista aérea de palestinos encendiendo un árbol de Navidad en la Plaza del Pesebre, frente a la Iglesia de la Natividad, en Belén, Cisjordania ocupada por Israel, el 6 de diciembre de 2025. REUTERS/Yosri Aljamal
Vista aérea de palestinos encendiendo un árbol de Navidad en la Plaza del Pesebre, frente a la Iglesia de la Natividad, en Belén, Cisjordania ocupada por Israel, el 6 de diciembre de 2025. REUTERS/Yosri Aljamal
Palestinos usan teléfonos para grabar mientras se enciende un árbol de Navidad en la Plaza del Pesebre, afuera de la Iglesia de la Natividad, en Belén, Cisjordania ocupada por Israel, el 6 de diciembre de 2025. REUTERS/Mussa Qawasma
Tras dos años de silencio y oscuridad por la guerra en Gaza, la ciudad de Belén volvió a encender su árbol de Navidad y las luces que rodean la histórica Plaza del Pesebre. La ceremonia, cargada de simbolismo y emoción, marcó la reanudación de las celebraciones navideñas en el lugar donde la tradición cristiana sitúa el nacimiento de Jesús.
Durante 2023 y 2024, el municipio había decidido no instalar decoraciones ni realizar actos festivos como gesto de duelo por las decenas de miles de muertos y heridos que dejó el conflicto en la Franja de Gaza. Este año, en cambio, las autoridades locales apostaron por un mensaje diferente: volver a encender las luces como signo de esperanza y pedido de paz para palestinos e israelíes.
Árbol de navidad en Belén
Palestinos usan teléfonos para grabar mientras se enciende un árbol de Navidad en la Plaza del Pesebre, afuera de la Iglesia de la Natividad, en Belén, Cisjordania ocupada por Israel, el 6 de diciembre de 2025. REUTERS/Mussa Qawasma
Una Navidad atravesada por la guerra y la crisis económica
El encendido del árbol no oculta la realidad dura que se vive en la región. Comerciantes y guías turísticos de Belén explicaron que el turismo internacional —principal fuente de ingresos de la ciudad— se desplomó desde el estallido de la guerra, y muchos locales estuvieron meses con las persianas bajas. Algunos decidieron abrir solo por la ceremonia y luego volver a cerrar por falta de visitantes.
Aun así, la plaza se llenó de residentes, peregrinos y líderes religiosos que quisieron estar presentes en el encendido. En distintos discursos se repitió la misma idea: sin paz, no hay Navidad plena, y la luz del árbol pretende ser un pequeño gesto frente a una realidad marcada por checkpoints, controles militares y restricciones de movimiento para la población palestina.
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Un símbolo para todo el mundo cristiano
Que Belén vuelva a encender su árbol de Navidad tiene un valor que trasciende lo local. Para millones de cristianos en todo el mundo, la ciudad es un símbolo central de la fe:
Es el lugar donde, según los Evangelios de Mateo y Lucas, nació Jesús de Nazaret, en tiempos del rey Herodes.
Allí se encuentra la Basílica de la Natividad, uno de los templos cristianos más antiguos en uso continuo, construida sobre la gruta que la tradición identifica como el sitio del nacimiento.
Desde la Edad Media, Belén es destino de peregrinaciones y, en tiempos recientes, epicentro de las transmisiones televisivas de la Misa de Gallo y las celebraciones de Nochebuena.
Por eso, lo que ocurra allí tiene una fuerte carga simbólica para el mundo católico y cristiano en general. Si Belén está a oscuras, la imagen que se proyecta es la de una Navidad herida por la guerra; si Belén vuelve a iluminarse, el gesto se interpreta como un llamado a no resignar la esperanza incluso en medio del conflicto.