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8 de septiembre de 2016 - 20:18

Parejas que acuerdan proyectos

El amor está, pero nuestros planes a futuro son distintos. ¿Cómo construir una relación cuando nuestros proyectos no encuadran con los del otro? Sin duda, la pregunta clave en los momentos existenciales de toda pareja.

Hablar de proyectos no es simple. Primero, porque no siempre los tenemos tan diseñados como para decirle al mundo qué es lo que queremos, y segundo, porque muchas veces nuestros proyectos son dinámicos, van cambiando en el día a día. Pero mas allá de la dificultad de encarar la pregunta de cuáles son nuestros proyectos personales, está la complejidad de ver si estos mismos encajan con los de nuestra pareja, y esto último, tampoco resulta nada fácil.

Cuando nos enamoramos, muchas veces, damos por sentado que el otro proyecta lo mismo que nosotros y en el transcurso de la relación nos vamos enterando que no siempre resulta así. Principalmente, porque somos seres diferentes que poseemos cada uno nuestras propias aspiraciones, y además, porque nuestras prioridades no necesariamente tienen que coincidir, sí o sí, con las del otro. Hasta acá ningún problema, porque todos comprendemos que no somos iguales, e incluso nos pueden llegar a atraer esas diferencias, pero todo estalla en conflicto cuando nuestros planes se vuelven incompatibles con lo que el otro desearía concretar como pareja.

Lo difícil es ponerse de acuerdo. Este es el punto sagrado, la meta a alcanzar, lograr ese equilibrio perfecto tan complicado de instalar, porque nos retrotrae a un mundo ideal, y como bien sabemos, las parejas no se desarrollan en mundos ideales, sino en el mundo real donde las diferencias tienen peso y acaparan el centro de la escena. Por eso, poder construir nuestros planes como pareja, incluyendo nuestros proyectos personales, va a ser un trabajo constante y sucesivo de apertura a la elaboración de acuerdos, donde el diálogo va a servir como hoja de ruta a seguir, y permitirá gradualmente que la relación se abra paso.

Si no dejamos espacio a la comunicación, la pareja se va forjando a base de supuestos, y cuando las diferencias aparezcan, lidiar con ellas va a ser sinónimo de crisis. Por esta razón, el diálogo tiene un papel tan principal, porque es la única forma de enterarnos qué es lo que quiere el otro, y manifestar, a su vez, qué es lo queremos nosotros, y poder desde ahí crear un proyecto en común. Enfrentarse con las crisis es parte de la rutina de toda relación, pero alcanzar los acuerdos, es un proceso que no toda pareja logra, dado que deja expuesto permanentemente el nivel de compromiso que existe en el vínculo.

Es importante comprender que para manejar la diferencia de proyectos, necesitamos elaborar acuerdos que sólo los posibilita el diálogo, y tener en cuenta algunas aspectos.

PARA TENER EN CUENTA

La flexibilidad. Si queremos abrir la comunicación es imprescindible estar permeables al cambio y poder desprenderse de las estructuras que van quedando obsoletas. Lograr comprender al otro, conlleva un esfuerzo por intentar corrernos de los propios parámetros, y poder llegar a una lectura total de la situación. Cuando consideramos que la única verdad es lo que nosotros pensamos, terminamos cerrando toda vía de diálogo posible.

Redefinir prioridades. Esto es necesario para que ambos vayamos en una misma dirección. Cuando los objetivos principales de la relación no están claros, todo se vuelve difuso, perdiéndose el rumbo de lo que queremos lograr como pareja.

El proyecto en común. Una relación que apunta a crecer, se alimenta de proyectos. Si no podemos planificar juntos, la pareja se estanca, volviéndose sumamente frágil frente a cualquier cambio que la saque de su equilibrio.

Asimilar el concepto de compartir. Implica poder desplegar nuestros recursos como pareja para que ambos nos podamos sentir realizados, comprendiendo que la felicidad en el vínculo radica en diseñar planes que nos completen a los dos.

Por lo tanto es fundamental debatir nuestros proyectos, porque es la única forma de saber qué es lo que ansiamos como personas, y poder sobre esa base construir lo que queremos lograr juntos. No se trata de quién tiene razón, o de determinar de quién es el proyecto más importante, sino de cómo encontramos la manera de que funcione, comprendiendo que lo que cada uno proyecta está íntimamente conectado con lo que siente. Esto es lo esencial de lograr acuerdos antes que ignorar las diferencias, porque nuestros proyectos son parte de lo que somos y eso es imposible de silenciar, como bien lo expresa una famosa frase: amurallar el propio sentimiento es arriesgarnos a que nos devore desde adentro.

Fuente: Revista Ohlala

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