La ruta 9 fue testigo del ir y venir de miles de peregrinos quienes, llenos de fe y devoción, recorrieron los diferentes senderos para llegar al santuario de la Virgen de Copacabana de Punta Corral.
En este marco, el domingo de ramos se vivió de una manera muy especial en Tumbuya. El ambiente de fe, esperanza y agradecimiento a la Virgen se sentía en el aire y en los corazones de los fieles que llegaron hasta este pueblo quebradeño.
La fuerte neblina que acompañó el camino de los peregrinos durante el trayecto por la ruta, se evaporó apenas llegar a Tumbaya; el sol y el calor de la gente le brindó un marco espectacular a lo que seria, horas más tarde, la llegada de la “Mamita del Cerro”.
Desde temprano los peregrinos iban llegando hasta Tumbaya desde el Abra; cruzaban el río y eran recibidos por la gente que los acompañaba en su emoción. Las caras de cansancio eran muy visibles; el alma llena de esperanza y de fe también.
A las cuatro de la tarde comenzaron a llegar los fieles al pueblo; a esa hora el tránsito en la ruta también se vio colapsado. Las callecitas del lugar, la plaza y hasta algunas casas de vecinos fueron el lugar elegido por la gente para esperar la llegada de la Virgen.
Las primeras bandas de sikuris, que anticipaban su llegada, comenzaron a sentirse pasadas las 18:30; con su paso cansado pero con un ritmo contagioso, los “sikureros” comenzaron a darle color y calor a una fría tarde de marzo.
La espera se hizo más amena gracias a las actividades que se realizaron tanto en la Iglesia del pueblo como en la “radio abierta” que se instaló al costado de la ruta y las diferentes alternativas culinarias que brindaba el “sector gastronómico local”.
Allí, al pie del camino por donde llegaría la “Mamita del Cerro”, los peregrinos y los fieles presentes pudieron degustar api con buñuelos, tortillas calientes con café, empanadas y choclos con queso. Algunos más hambrientos, y de acuerdo a la hora que llegaban, preferían los estofados, guisos y locro de las cocineras del lugar.
Después de más de una hora, donde se pudo apreciar el fervor y la pasión de las bandas de sikuris, las bombas de estruendo anunciaron la llegada de la Virgen de su santuario de Punta Corral hasta el pueblo de Tumbaya acompañada por miles de peregrinos y la música de los sikuris.
A su paso miles de fieles de toda la provincia la iban saludando, sosteniendo en sus manos los “ramos” tradicionales o un pañuelo.
El ambiente que se vivió en ese momento sensibilizó a todos los presentes. Una vez más la fe se sintió muy fuerte en Jujuy a través de la mano de la “Mamita del Cerro”, la Virgen de Punta Corral.
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