Las medidas de fuerza que llevan adelante los agentes de tránsito en la ciudad desnudan nuevamente actitudes repudiables. Sin el ojo controlador y sancionador de la autoridad, por lo menos en la cantidad requerida, estacionar donde se quiera, hacerlo en doble fila y en rampas, vuelven a ser una constante.
Las medidas del personal de tránsito reclamando al municipio y sin actividad diaria, para algunos significa vía libre para hacer lo que está prohibido y perjudica a muchos. Por eso ver autos estacionados largos minutos en doble fila, es la falta más común en el centro.
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Claro que no la única: tapar con los autos las rampas para discapacitados es habitual, aun cuando hay control, imagínense ahora. Cruzar semáforos en rojo también es una práctica que, sin el ojo de los policías de tránsito, aumenta.
La pregunta es: ¿Hasta cuándo vamos a necesitar del miedo a sanciones para no hacer mas lo que está prohibido y perjudica?. Porque es cierto que cuando las sanciones económicas son fuertes nos cuidamos de no trasgredir la ley, pero esto debiera ser una conducta, sin importar si nos pueden descubrir.
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Porque respetar normas de convivencia debe ser una regla y no depender de la voluntad de cada uno. Convivir con orden y respeto es esencial si queremos tener cada día una ciudad mejor. Por eso seguir al pie de la letra las normas debe ser una tarea de todos.
