En una jornada histórica, Chile votó ayer por modificar su Constitución Nacional de 1980, una que había sido redactada durante la última dictadura militar de Augusto Pinochet y que es considerada para muchos analistas como una de las piedras basales de la fuerte desigualdad en el vecino país.
El triunfo fue aplastante, con un 78,2 por ciento de votos a la opción de ‘Apruebo’, en una elección que tuvo mayor nivel de participación que la media en el país desde que el voto es voluntario. Asimismo, los sufragios válidos alcanzaban a 94,59% del total de votos emitidos, informó esta noche el Servicio Electoral (Servel) en su sitio web.
La votación también determinó que el órgano encargado de escribir el nuevo texto sea una convención constitucional formada por miembros de la sociedad civil que deberán ser votados a tal fin, y que tendrá una paridad de género en su conformación. Esta novedosa decisión se impuso con un 79 por ciento de los votos, por sobre la opción de armar una comisión mixta que incluya miembros del actual congreso y la sociedad civil.
El presidente Sebastián Piñera, acompañado de todo su gabinete, reconoció en rueda de prensa en el Palacio de La Moneda el triunfo del "Apruebo" y de la Convención Constitucional. "Hoy los chilenos y chilenas han expresado libremente su voluntad a través de las urnas, eligiendo la opción de una Convención Constituyente, por primera vez con plena igualdad entre hombres y mujeres, para acordar una Nueva Constitución para Chile", dijo el presidente.
"Hoy ha triunfado la ciudadanía y la democracia. Hoy ha prevalecido la unidad sobre la división y la paz sobre la violencia. Y esto es un triunfo de todos los chilenos que amamos la democracia, la unidad y la paz. Y sin duda, este triunfo de la democracia nos debe llenar de alegría y esperanza", continuó Piñera.
Ayer por la noche, cuando comenzaban a aparecer los primeros resultados a boca de urna del triunfo del “apruebo”, miles de chilenos salieron a la calle a festejar masivamente en distintos puntos del país. Uno de los epicentros fue la Plaza Italia, histórico lugar de encuentro y celebraciones en Santiago y corazón de las protestas sociales de 2019 que activaron la serie de movimientos políticos que derivaron en la votación de ayer.
Casualmente, hoy se cumple un año de esa primera movilización, que protestaba por el aumento del valor del transporte público, pero que llevaba detrás reprimida una bronca por la fuerte desigualdad y la falta de oportunidades para los jóvenes trasandinos.
La votación de ayer fue apenas el punto de partida de un proceso de cambio que tomará al menos dos años en concretarse. El próximo 11 de abril los chilenos deberán volver a las urnas para votar a los miembros de la sociedad civil que conformarán la Convención Constituyente. Luego, este grupo tendrá un año para entregar el texto definitivo, en el cual se deberá tener un consenso de dos tercios de los miembros en cada artículo redactado, lo que implica un fuerte proceso de diálogo, negociación y consenso.
Finalmente, el pueblo volverá a las urnas en un plebiscito de carácter obligatorio que definirá si se aprueba o no el texto presentado por los constituyentes.
Es un largo camino, pero ayer la gente marcó el primer paso.
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