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13 de octubre de 2025 - 11:26
Ciencia.

Quiénes son los ganadores del Premio Nobel de Economía

Fueron premiados por sus estudios sobre cómo la innovación tecnológica y la destrucción creativa fomentan el crecimiento económico sostenido.

Redacción de TodoJujuy
Por  Redacción de TodoJujuy

El lunes, la Real Academia Sueca de Ciencias anunció a los ganadores del Premio Nobel de Economía 2025, distinguiendo a tres investigadores cuyas contribuciones han revolucionado la manera de entender cómo la innovación tecnológica fomenta un crecimiento económico sostenido en las sociedades contemporáneas.

Los reconocidos economistas Joel Mokyr, de la Universidad Northwestern (Estados Unidos); Philippe Aghion, vinculado al Collège de France, INSEAD y la London School of Economics; y Peter Howitt, de la Universidad Brown (Estados Unidos), recibieron el galardón “por haber explicado el crecimiento económico impulsado por la innovación”, según informó la academia.

Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt fueron galardonados por haber explicado el crecimiento económico impulsado por la innovación.

Mokyr se adjudicará la mitad del premio de 11 millones de coronas suecas, reconociéndolo “por haber identificado los requisitos previos para el crecimiento sostenido a través del progreso tecnológico”, mientras que Aghion y Howitt compartirán la otra mitad, “por la teoría del crecimiento sostenido a través de la destrucción creativa”.

La investigación de los galardonados aborda un interrogante central: ¿por qué en los últimos dos siglos el mundo ha experimentado un crecimiento económico sin precedentes, cuando durante la mayor parte de la historia humana la norma fue el estancamiento?

Del estancamiento al progreso continuo

Durante largos periodos de la historia, los estándares de vida permanecían prácticamente inalterables de una generación a la siguiente, pese a descubrimientos esporádicos que podían mejorar temporalmente la calidad de vida. Sin embargo, cualquier progreso tendía a frenarse con rapidez, impidiendo un desarrollo económico sostenido.

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La situación se transformó con la llegada de la Revolución Industrial, hace algo más de dos siglos. Originada en Gran Bretaña y luego expandiéndose a otras naciones, la combinación de avances tecnológicos y descubrimientos científicos comenzó a potenciarse de manera recíproca, generando un ciclo continuo que dio lugar a un crecimiento estable y prolongado.

Joel Mokyr, nacido en 1946 en Leiden, Países Bajos, recurrió a fuentes históricas para identificar los factores que provocaron este cambio trascendental. Su análisis reveló que para que la innovación se mantenga en un proceso autosostenido, no basta con conocer que algo funciona; también es imprescindible entender científicamente por qué funciona.

De acuerdo con el análisis del historiador económico, antes de la Revolución Industrial, los avances tecnológicos dependían principalmente de la experiencia práctica, careciendo de un respaldo científico sólido. La población podía constatar que ciertas técnicas o herramientas funcionaban, pero desconocía los principios que las explicaban. Esta carencia de comprensión científica limitaba, e incluso impedía, aprovechar y expandir los descubrimientos previos.

Durante los últimos 200 años, el crecimiento anual ha sido de alrededor del 1,5 % en Suecia y el Reino Unido.

Con la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII, esta situación cambió radicalmente. Los investigadores comenzaron a implementar métodos de medición rigurosos, experimentos controlados y a exigir que los resultados fueran replicables. Esto fortaleció la relación entre la teoría y la práctica, permitiendo que el conocimiento útil se acumulase y se aplicase eficazmente en la producción de bienes y servicios.

Mokyr subrayó además la relevancia de que una sociedad mantenga una mentalidad receptiva a ideas innovadoras y facilite la adaptación al cambio. Señaló que el crecimiento continuo se consolidó en Gran Bretaña, en parte, debido a la abundancia de artesanos e ingenieros capacitados capaces de convertir las ideas en bienes comerciales, y también porque las estructuras institucionales del país impedían que los grupos con privilegios frenaran fácilmente la innovación.

La teoría de la destrucción creativa

Philippe Aghion, nacido en 1956 en París, y Peter Howitt, nacido en 1946 en Canadá, exploraron estas cuestiones desde un enfoque distinto. En un artículo conjunto publicado en 1992, desarrollaron un modelo matemático que explica la denominada destrucción creativa: cada vez que un producto novedoso y más eficiente ingresa al mercado, las empresas que comercializan los artículos anteriores pierden competitividad y participación.

El modelo de Aghion y Howitt muestra que existen fuertes fuerzas que tiran en diferentes direcciones en lo que respecta a la inversión en I+D y, por lo tanto, al crecimiento económico.

La innovación se caracteriza por su doble efecto: es creativa al generar ideas y productos nuevos, pero también resulta destructiva porque las compañías cuya tecnología queda obsoleta terminan perdiendo terreno en el mercado. Este mecanismo ha transformado de manera profunda las estructuras sociales y económicas a lo largo de los últimos dos siglos.

El enfoque desarrollado por Aghion y Howitt fue pionero al estudiar la economía como un sistema interrelacionado, considerando la interacción entre producción, investigación y desarrollo, mercados financieros y el ahorro de los hogares, en lugar de analizar cada elemento de manera aislada.

Su teoría demuestra que las empresas destinan recursos a investigación y desarrollo porque buscan obtener ventajas temporales como líderes del mercado. A su vez, estas ganancias generan motivaciones para que otras compañías mejoren los productos o métodos de producción existentes, creando un ciclo continuo que alimenta y sostiene el crecimiento económico.

El premio Nobel de Economía 2025 fue otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt.

Lecciones para el presente

Los galardonados ilustran, desde distintos enfoques, cómo el fenómeno de la destrucción creativa genera tensiones que necesitan gestionarse de manera positiva y estratégica. De no hacerse así, la innovación puede verse obstaculizada por compañías consolidadas o grupos de interés que podrían perder poder o beneficios.

“El trabajo de los laureados muestra que el crecimiento económico no puede darse por sentado. Debemos mantener los mecanismos que subyacen a la destrucción creativa, para que no volvamos a caer en el estancamiento”, afirmó John Hassler, presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas.

El anuncio realizado el lunes marca la conclusión de la temporada de galardones Nobel correspondiente a este año. La distinción en Economía se denomina oficialmente Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel. Fue instituido por el banco central sueco en 1968 y, desde entonces, se ha concedido en 56 ocasiones a un total de 96 recipiendarios.

Los tres académicos recibieron el galardón por sus investigaciones sobre el progreso tecnológico y la destrucción creativa.

Los defensores más estrictos del Nobel subrayan que el premio de Economía no forma parte del conjunto original de los Premios Nobel, ya que no fue incluido en el testamento de Alfred Nobel. Aun así, se entrega siempre junto con las demás distinciones el 10 de diciembre, fecha que conmemora el fallecimiento de Nobel en 1896.

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