En nuestra vida diaria se presentan situaciones que muchas veces nos llevan al asombro aun siendo cotidianas: ¿por qué bostezamos cuando vemos a alguien haciéndolo? ¿Por qué lloramos al ver una película emotiva? Aunque la segunda pregunta parezca una cuestión femenina, la respuesta para ambos interrogantes se encierra en una sola palabra y es válida tanto para mujeres como varones. Se trata de la empatía.
Empatía es ponerse en el lugar del otro, cosa que para algunos es una tarea sencilla, casi innata y para otros un tanto más complicado. La empatía dependería de dos factores: uno que se adquiere de las experiencias vividas en los primeros años y otro factor exclusivamente biológico.
¿Somos empáticos porque somos seres sociales?
Las experiencias que hemos vivido en la niñez, sobre todo los primeros vínculos que establecemos, otorgan significado al mundo social y emocional propio y ajeno. Varios estudios sobre la relación de la empatía y la conducta pro social destacan la importante influencia de la familia en el desarrollo sociopersonal del individuo.
Una persona empática es capaz de sentir un afecto e interés sincero por todo aquello que importa a quienes le rodean y esto es posible a partir de lo que observa, de la información verbal aportada en una conversación, o de información accesible desde la memoria. La empatía, así, desempeña un papel central en la disposición pro social de las personas. Desde este punto de vista los ingredientes de la empatía son: la toma de perspectiva o tendencia a identificarse con el otro; la fantasía o tendencia a introducirse imaginativamente en los sentimientos y acciones de otros, lo que nos ocurre con personajes ficticios de libros y películas y la preocupación empática, sentir los mismos estados emocionales que sienten los demás, los comprendamos o no, indica Ángel Retuerto Pastor de la Universidad de Valencia, España.
“Al ver llorar a nuestra hija, nos duele y sentimos la necesidad de ayudar. Creemos comprender lo que siente porque alguna vez hemos estado en ese lugar. La empatía tiene un aspecto emocional (en este caso el dolor) y un aspecto cognitivo (el saber como se siente la otra persona)… Lo que sentimos se parece a la experiencia de vivirlo en carne propia pero no es exactamente igual. Al ver llorar a mi hija me da lástima y me dispongo a ayudarla, pero no me pongo a llorar. Un aspecto importante de la empatía es la capacidad de ver la situación desde la perspectiva de ambos actores (uno mismo y el otro)”, expresa Diego Fernández-Duque en su escrito sobre bases cerebrales de la conducta social, la empatía y la teoría de la mente.
Por otro lado, desde estudios de socialización de las emociones, surge la tendencia de los roles sexuales, aunque ambos géneros comprenden por igual una situación, la mujer reacciona más afectivamente que el hombre. Es decir, hombres y mujeres tienen una capacidad cognitiva similar para comprender la situación del otro y ponerse en su lugar, pero las mujeres están más predispuestas a una respuesta afectiva ante dicha situación. Esta percepción guarda relación con los estereotipos sociales ligados a los roles femeninos y masculinos que son internalizados desde la niñez.
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