La película de Netflix que preocupa al gobierno de Trump.
En una escena destacada de la nuevaproducción de Netflix, el presidente de los Estados Unidos (EE.UU) , interpretado por Idris Elba, recuerda una reflexión escuchada en un podcast sobre su nación y el peligro del armamento nuclear. “Estados Unidos se hizo una casa llena de dinamita: tiene todo lo necesario para hacer frente a una guerra nuclear: armas y planes", introduce el presidente ficticio.
"Las paredes están listas para explotar, y nosotros aún así insistimos en vivir en ellas”, agrega, justo antes de tomar una decisión que definirá el destino del planeta. Una casa llena de dinamita (House of Dynamite), bajo la dirección de Kathryn Bigelow, se posicionó entre las películas más reproducidas de la plataforma y se perfila como el gran lanzamiento de Netflix rumbo a la próxima temporada de premios.
Es la más vista en Argentina en la plataforma.
Con Rebecca Ferguson e Idris Elba como las figuras más destacadas del elenco, la película presenta un relato coral que reconstruye, desde tres miradas distintas, los dieciocho minutos previos al posible impacto de un misil balístico intercontinental sin identificación sobre la ciudad de Chicago.
El film plantea una serie de interrogantes cruciales: ¿cómo responden los mecanismos de comunicación de una potencia mundial ante una crisis de tal magnitud?, ¿a quién se señala como responsable?, ¿cuál debe ser la reacción del presidente? y, sobre todo, ¿cómo opera el sistema cuando no existen villanos claros?
La protagonizan Rebecca Ferguson, Idris Elba y Tracy Letts.
Netflix: ¿De qué trata esta historia?
Bigelow integra Una casa llena de dinamita dentro de una trilogía temática que culmina lo iniciado con Vivir al límite (The Hurt Locker, 2008) y La noche más oscura (Zero Dark Thirty, 2012), obras donde el Ejército funciona como eje narrativo y símbolo del poder estadounidense.
Esta vez, sin embargo, el foco se desplaza: no hay artificieros ni comandos en busca de Bin Laden, sino el equipo nacional de defensa nuclear, compuesto por el presidente y un grupo de especialistas con base en Alaska, quienes cargan con la responsabilidad de evitar una catástrofe.
La complejidad de la situación lleva a los personajes portantes de los puntos de vista a un límite tanto en lo profesional como en lo humano.
La tensión extrema empuja a los protagonistas —portadores de las distintas miradas del relato— a enfrentar su límite emocional y profesional. El destino de diez millones de personas y la posibilidad de un colapso global dependen de las decisiones que adopten en apenas unos segundos.
Bigelow convocó a Noah Oppenheim, periodista y exdirector de NBC News reconvertido en guionista, para que investigara con precisión cómo reaccionaría el núcleo de poder estadounidense ante una amenaza nuclear real. Como el Pentágono evitó brindar información, la película adopta una perspectiva claramente independiente y ajena a la versión oficial.
Una casa llena de dinamita (House of Dynamite).
A quienes apunta esta producción de Netflix
Desde lo cinematográfico, Una casa llena de dinamita se presenta como una obra pensada para quienes buscan reflexión y tensión por partes iguales: dos horas de inquietud sostenida en torno a una cuestión urgente y contemporánea. En definitiva, si la humanidad descubriera que el fin está cerca, la desesperación colectiva sería idéntica a la de los protagonistas.
El verdadero mérito de Bigelow radica en sumergir al público en esa sensación límite, una tarea tan ambiciosa como compleja de lograr. El hecho de que los asesores de Noah Oppenheim no pertenecieran al gobierno de Donald Trump no fue una coincidencia.
La película de Netflix que preocupa al gobierno de Trump.
Pocas semanas después del estreno de la película en Netflix, el Pentágono difundió un informe en el que cuestionó con dureza la visión que la obra ofrece sobre los mecanismos de defensa nacional. De acuerdo con un comunicado emitido por la Agencia de Defensa de Misiles —al que tuvo acceso Bloomberg—, el Departamento de Defensa manifestó su desacuerdo con la manera en que se retrata la capacidad estratégica y disuasiva de Estados Unidos frente a un ataque nuclear.
El documento sostiene que la representación resulta parcial, simplificada y alejada de la realidad operativa. “La película transmite la impresión de que el sistema de control de armas nucleares es vulnerable a errores humanos triviales, lo cual no se corresponde con la realidad de los procedimientos y salvaguardas existentes”, señala.
La película de Netflix que preocupa al gobierno de Trump.
El informe también señala que la película retrata a los principales jefes militares de forma exagerada y poco realista, casi como una parodia. Según el propio Departamento de Defensa, lo que más inquieta al Pentágono es que ese tipo de representaciones pueda generar desconfianza pública y provocar miedo injustificado entre los ciudadanos.
“El cine tiene la capacidad de modelar opiniones y emociones colectivas, por lo que resulta fundamental que las representaciones de cuestiones sensibles como la seguridad nuclear sean responsables y precisas”, sostiene el texto.
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Aunque la reacción pueda parecer desmedida, resulta comprensible si se observan las tres conclusiones centrales que plantea el film, tan incómodas como verosímiles:
Deja al descubierto el funcionamiento interno del aparato militar.
Expone que detener un misil con otro es tan improbable como hacer que una bala golpee a otra en pleno vuelo.
Sugiere que, ante una crisis límite, el presidente carece de un protocolo real de acción, sin importar cuántos simulacros haya realizado.